Cuando entendí

Un día, cuando tuvimos conciencia y entendimos, nos dijeron lo que está bien y lo que está mal. Pero ¿entendimos realmente? Luego nos pidieron por favor que seamos felices y libres. Pero, sin decirlo, nos dicen que debemos serlo bajo condiciones. ¿Condiciones que nos establece quién? Entonces te das cuenta de que hablan de una tal libertad que no respetan, la admiran pero les da miedo alcanzarla. No se dejan llevar. Nadie la tiene, entonces "por qué la voy a tener yo", ¿no? Y seguimos juzgando; juzgamos por la música que escuchamos, por como nos vestimos, por quiénes son nuestros amigos, por con quién queremos estar, por como queremos vivir nuestras vidas. Pero claro, acuérdense de la libertad, eh. No sea cosa que no la respetemos. La mierda inculcada, hasta sin querer. Nos da tanto miedo cambiar, tanto miedo a lo que no conocemos. Y al que se anima: se lo señala. Pero ¿qué es "lo que está bien" y "lo que está mal"? ¿Simplemente seguimos a una masa de personas?. Pero un día consideramos pensar de otra manera y notamos el vacío existencial. Ese cambio, ese nudo que hay que ordenar. Sentimos que lo que pensamos ahora no está en su lugar, pero ¿y si desde el principio estuvimos equivocados y ahora estamos en lo correcto? Nos empezamos a sentir por fuera, dolor, ardor en el medio de la garganta. Y ahí entiendo que me quiero olvidar de lo que la sociedad me obliga a pensar o de qué manera actuar. No dejo que me presione, me aferro a las personas que lo comprenden, me aferro al amor, me aferro a sentir, a ser realmente libre (como yo quiera serlo), a lo que a mi me parezca adecuado o no. Sin querer me empiezo a alejar de las personas tóxicas, que no me aportan nada, que están erradas, no los dejo contagiarme más de malas intenciones. Despierto y respiro al viento. Cuando siento la tristeza, la vivo en paz y cuando me inunda la felicidad, la disfruto. Me acompaño para luego acompañar. Me doy tiempo y no me fuerzo.
Y lloro, y amo, y sufro, y entiendo; por fin entiendo.



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